El estrés es la causa subyacente de muchas enfermedades, tanto graves como leves. Los médicos y los expertos en salud mental coinciden en que las técnicas de reducción del estrés pueden prevenir muchas enfermedades y trastornos, así como aumentar la capacidad de un paciente para curarse después del desarrollo de una variedad de problemas de salud.
La respuesta humana al estrés se desencadena en el cerebro, lo que produce cambios químicos y físicos en todo el cuerpo, que afectan a todos los aspectos de su funcionamiento.
Durante períodos de estrés intenso, la producción cerebral de sustancias químicas como la dopamina, la epinefrina y la norepinefrina aumenta, lo que provoca la distribución de mayores cantidades de estas catecolaminas en todo el cuerpo.
El aumento de la presencia de estas sustancias químicas produce cambios fisiológicos como el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, el aumento de la reproducción celular y la supresión del sistema inmunológico.
Con el tiempo, el estrés no controlado puede conducir al desarrollo de úlceras y otros problemas digestivos, enfermedades cardíacas, incluso ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
La capacidad del sistema inmunológico para combatir infecciones y enfermedades se ve inhibida, lo que permite la aparición de diversas enfermedades e infecciones virales. Además, el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes y el asma se han relacionado con el estrés.
El estrés también está relacionado con muchos trastornos mentales y emocionales, como la depresión, la ansiedad, las fobias extremas y los ataques de pánico. El instinto de "lucha o huida"
que desencadena el cerebro durante momentos de estrés extremo también está relacionado con la aparición de estas condiciones crónicas de salud mental.
Aprender a manejar el estrés de manera saludable puede ayudar a reducir los cambios químicos que ocurren en el cerebro y el cuerpo, mejorando así la salud física y mental.
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